Santiago de los Caballeros, junio 17 de 1982
Disc. Orlando Peña
Corpus Christi, Texas.
Estimado hermano:
Es mi deseo que esté bien, al igual que su familia y demás hermanos en ésa; nosotros estamos bien, gracias a Dios.
Cuando estuve en ésa prometí escribirle, y posiblemente usted pensó que fue una promesa falsa, pero no es así. Mi demora en escribirle se debió en primer lugar a que tuve que permanecer en México como dos meses, y después de llegar a Puerto Rico tuve que dedicarme a arreglar la casa en que estamos viviendo, cosa que me deja muy poco tiempo para escribir, de modo que todavía debo un montón de cartas.
Leí la revista que usted me dio y por todo lo que dice he podido entender que el nombre «Jehová» no es el verdadero nombre de Dios, y que «Yavé» o «Yahwéh» es más probable, pero que tampoco hay seguridad de que sea así, pues lo único seguro es que el nombre sagrado se escribía «YHWH», sin que nadie, hasta ahora, pueda decir con plena certeza como se pronunciaba.
Yo opino que sería bueno conocer exactamente el nombre propio del único verdadero Dios, para invocarle usando ese nombre, pero como hasta el presente, de cierto modo, nos es oculto, y El mismo así lo ha permitido, creo que no vale la pena apasionarse por ese asunto, y menos condenar como blasfemos a los que difieren de opinión.
Con respecto al nombre de Jesús, o a la palabra «Dios» con que frecuentemente nos referimos a la Deidad, la revista no dice nada como yo esperaba, y me gustaría leer algo que tenga fundamento con respecto a esos nombres.
Yo creo que la palabra hebrea «Elohim» debe tener un equivalente en español, y si no es «Dios», ¿cuál es? Aun cuando esa palabra esté relacionada con los nombres de falsas deidades, como usted me explicó, a falta de otra, ¿tendremos que usar por fuerza una palabra extranjera? ¿Cómo se leería entonces 1Rey.18:21, 24 y 39; así como 1Cor.8:5 y 6, y tantos otros versículos en que está escrita la palabra «Dios» en lugar del nombre propio, o junto a él? La palabra «Eterno», con que algunos traducen «Elohim», me parece inapropiada en algunos casos. La palabra «eterno» se aplica a muchas otras cosas; hasta al fuego y al tormento del infierno, según Mat.25:41 y 46.
Yo amo el nombre de Jesús, porque por ese nombre conocí a mi Salvador, pero no tendría a menos llamarle «Yashúa» si entendiese que así es como debe llamársele en nuestro idioma, pero más que la diferencia de letras para nombrarle, creo que lo importante es conocer su persona y sus atributos, de lo cual sí depende en mucho nuestra salvación.
He oído decir que muchos partidarios de los nombres «Yahweh» y «Yashúa» son antitrinitarios, y quiero que usted me diga con franqueza qué hay de verdad en eso.
El grupo con quien usted se relaciona, ¿confiesa abiertamente que Yashúa es Dios (o Elohim), y le adoran como tal? Quiero que me conteste sobre esto. Si ellos niegan la divinidad del Hijo, o evitan hablar claro acerca de eso, ¡Tenga cuidado! que esa negación es una tendencia de muchas de las manifestaciones del anticristo.
Le he expresado brevemente mi parecer y mis interrogantes con respecto al Nombre; ahora, con respecto a las consecuencias que están trayendo las diferencias de opiniones, creo que debemos aplicarnos las palabras del apóstol Pablo en el capítulo 14 de Romanos, sobre todo los versículos 15 y 19. También que: “El reino de los cielos no consiste en palabras, sino en virtudes”.
Le estoy escribiendo desde República Dominicana, pues vine a celebrar cultos de espera y a tomar algunos votos de Discípulo, y aquí estoy aprovechando para hacer algunas cartas, ya que en mi casa todavía me es difícil sentarme a escribir.
Mi dirección es:
P.O. Box 397
Punta Santiago
Puerto Rico 00741
Saludos a Ana y a sus hijos, así como a Daniel y familia.
Le aprecia su hermano en Cristo,
Ob. B. Luis |